

ORQUESTA FILARMÓNICA DE BOCA DEL RÍO-VERACRUZ
Segunda Temporada 2024
Viernes 29 noviembre 20:00 horas | Teatro Clavijero
PROGRAMA
Sinfonía No. 4 en re menor Op. 120 (30’) Robert Schumann
- . De Andante con moto (1910 - 1956)
- . Romanza
- . Scherzo
- . Largo — Allegro vivace
Clara* (17’) Gabriela Ortiz
(1964)
Suite El pájaro de fuego (23’) Igor Stravinsky
- . Introducción (1882 - 1971)
- . El Pájaro de Fuego y su danza – Variación del Pájaro de Fuego
- . Ronda de las princesas
- . Danza infernal del rey Kastcheï
- . Berceuse
- . Final
Tito Muñoz, Director Invitado
Colaboración con el Colegio Nacional
*Estreno en Veracruz
TITO MUÑOZ
Director invitado
Elogiado por su versatilidad, claridad técnica y aguda intuición musical, Tito Muñoz es reconocido internacionalmente como uno de los directores más talentosos en el podio hoy en día. Tras 10 años como Director Musical de la Orquesta Sinfónica de Phoenix, su mandato –uno de los más largos en la historia de la organización–, concluyó al final de la Temporada 2023-24. Elogiado por el impacto significativo que dejó durante su mandato, Tito continúa su relación con la Sinfónica de Phoenix con su reciente nombramiento como Socio Artístico.
Tito previamente se desempeñó como Director Musical de la Ópera Nacional de Lorraine, en Francia. Otras posiciones anteriores incluyen cargos como Director Asistente con la Orquesta de Cleveland, la Orquesta Sinfónica de Cincinnati, la Orquesta de Cámara de Cincinnati y el Festival de Música de Aspen.
Muñoz ha trabajado con muchas de las orquestas más destacadas de Norteamérica, incluidas las de Atlanta, Baltimore, Cincinnati, Cleveland, Dallas, Detroit, Houston, Indianápolis, Milwaukee, Minnesota, Nueva York y Utah, así como la Orquesta de Cámara de Saint Paul, la Orquesta Sinfónica Nacional y la Orquesta de St. Luke’s, con la que debutó en el Carnegie Hall en febrero de 2024.
También mantiene una fuerte presencia internacional, con compromisos con la Orquesta Sinfónica de la Radio de Frankfurt, la SWR Symphonieorchester, la Filarmónica de la Radio Alemana Saarbrücken, la Orquesta de Cámara Mahler, una gira con la Orchestre National d’Île de France, la Orquesta Contemporánea del Festival de Lucerna, la Orquesta de Cámara de Lausana, la Orquesta Sinfónica de la BBC, la Orquesta Sinfónica Escocesa de la BBC, la Royal Philharmonic (Londres), la Orquesta del Ulster, la Orquesta de Cámara Nacional Danesa, la Filarmónica de Luxemburgo, la Orquesta de la Ópera Nacional de Montpellier, la Ópera de Rennes, la Filarmónica de Auckland, la Sinfónica de Sídney y la Sinfónica del Estado de São Paulo.
Como defensor de la música contemporánea, Tito promueve a los compositores de nuestro tiempo mediante programación ampliada, encargos, estrenos y grabaciones. Un apasionado educador, Tito visita regularmente las principales instituciones educativas, festivales de música de verano y orquestas juveniles de Norteamérica.
Ha dirigido actuaciones en el Festival de Música de Aspen, el Instituto Tanglewood de la Universidad de Boston, el Instituto de Música de Cleveland, la Universidad de Indiana, el Festival de Música Kent/Blossom, la Academia de Música del Oeste, el Conservatorio de Nueva Inglaterra, la New World Symphony, el Conservatorio Oberlin, el Conservatorio Real de Música de Toronto, la Universidad de Texas en Austin y la Orquesta Nacional de Repertorio, así como una gira de nueve ciudades con la Orquesta del St. Olaf College.
Nacido en Queens, Nueva York, comenzó su formación musical como violinista en las escuelas públicas de la ciudad de Nueva York. Asistió a la Escuela Superior de Artes Escénicas LaGuardia, al Programa de Avance Musical de la Juilliard School y a la División Preuniversitaria de la Escuela de Música de Manhattan. Recibió formación en dirección en la Academia Americana de Dirección, en Aspen, donde estudió con David Zinman y Murry Sidlin. Es ganador del Premio al Director “Robert J. Harth 2005” en el Festival de Música de Aspen y del Premio de Dirección Aspen 2006, regresando a Aspen como Director Asistente del Festival en el verano de 2007, y más tarde como director invitado.
Tito hizo su debut profesional como director en 2006 con la Orquesta Sinfónica Nacional en el Centro Kennedy, invitado por Leonard Slatkin como participante del Instituto Nacional de Dirección. Ese mismo año, debutó con la Orquesta de Cleveland en el Festival de Música Blossom. Fue galardonado con la Beca Mendelssohn 2009, patrocinada por Kurt Masur y la Fundación Felix Mendelssohn-Bartholdy, en Leipzig, y fue premiado en el Concurso Internacional de Dirección Sir Georg Solti en Frankfurt, en 2010.
Notas al programa
ROBERT SCHUMANN (1810-1856)
Sinfonía No. 4 en re menor, Op. 120
Nacido en Zwickau, Sajonia, Schumann se distinguió inicialmente como pianista y desde niño se le consideraba un ejecutante prodigioso. Por desgracia, hacia el año 1830 su carrera se truncó al lesionarse un dedo de la mano derecha y fue entonces que decidió destinar la totalidad de su talento a la composición.
Sabemos que desde 1829 planeaba la escritura de una sinfonía, pero solo se decidió a trabajar sobre esta forma musical cuando estuvo seguro de que sus ideas contenían la suficiente originalidad para ser expresadas a través de la orquesta. Pero esta transición en Schumann fue particularmente compleja, ya que su especial concepto de la configuración pianística –plena en imaginación y libertad creadora– debía ahora transitar por senderos apenas explorados por el compositor. Esto le hizo restringirse hacia una sucesión lógica de ideas musicales cortas, en lugar de apuntar hacia los enormes frescos sinfónicos que fueron propios de la obra de Beethoven y Schubert, a quienes Schumann admiraba sin reserva. Por lo mismo, su escritura parece surgir de impulsos musicales independientes, que parecen brotar de forma totalmente espontánea y sin conexión con ideas musicales previas.
La primera versión de esta obra fue concebida en cuatro movimientos y terminada hacia 1841, pero el autor retiró su obra para revisarla y la presentó diez años más tarde, en cinco movimientos y con indicaciones en alemán (la anterior las contenía en italiano). La versión inicial se estrenó en diciembre de 1841 en Leipzig, con la Orquesta de la Gewandhaus dirigida por Ferdinand David. La segunda se hizo escuchar por vez primera en marzo de 1853, en Düsseldorf, con la orquesta bajo la dirección del autor.
La Sinfonía 4 contiene muchos pasajes tan bellos como típicos en el estilo del autor y, por su forma, semeja más una “fantasía sinfónica” que una sinfonía tradicional, con movimientos que se interpretan sin interrupción y una estructura en que el tema de la introducción reaparece en los movimientos segundo y tercero, mientras que el cuarto presenta temas del primer Allegro. Con lo mismo, Schumann prefiguró la forma cíclica que habría de ser trabajada sistemáticamente por compositores posteriores.
GABRIELA ORTIZ (1964)
“Clara”
En un artículo publicado por el diario Reforma, Benjamín Juárez redactó la información medular en torno de la obra de esta compositora mexicana, estrenada en marzo de 2022 por la Filarmónica de Nueva York bajo la dirección de Gustavo Dudamel, en un programa que incluyó dos sinfonías de Schumann.
Al respecto, indica el Decano y Profesor Emérito de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Boston: “Estadísticamente, es más fácil para un mexicano ganar un Premio Nobel o un Óscar que recibir una comisión de la Filarmónica de Nueva York. Tuvieron que pasar 68 años para que una mexicana, Gabriela Ortiz, sucediera en este honor a Carlos Chávez, y esto la pone en el lugar más relevante de nuestra música desde Revueltas.
“Robert Schumann y Clara Wieck han sido idealizados como la pareja romántica de la música, una hermosa joven de deslumbrante talento musical, su padre, un célebre profesor de piano, la entrenó con manos férreas desde niña para desarrollar su oído y su talento como pianista, a tocar cualquier cosa que escuchaba y aprender las partituras de memoria, algo que no se hacía antes… La obra de Ortiz, que no es ni una representación ni una recreación de materiales musicales de Clara ni de Robert, es más bien una respuesta a la cita de Clara: ‘Antes creía tener talento creativo, pero he abandonado esa idea; una mujer no debe desear componer –no hubo nunca ninguna capaz de hacerlo– ¿Quiero ser yo la única?’
“De la misma manera que Fanny Mendelssohn o Artemisia Gentileschi, Sor Juana o la misma Frida Kahlo a lo largo de la historia, Clara tuvo que enfrentarse al machismo recalcitrante de su tiempo. Si bien fue reconocida como la mejor pianista de su época, sólo competía con la francesa Marie Pleyel. Clara es ahora más recordada como maestra de piano, sus alumnos extranjeros llevaron su técnica a Inglaterra y Estados Unidos, curiosamente uno de sus alumnos americanos, Carl Friedberg preparó a una joven negra, Eunice Kathleen Waymon, para ingresar a Juilliard o Curtis. A pesar de su sorprendente talento, fue rechazada por prejuicios racistas y, hastiada, renunció a la música clásica, se dedicó al jazz y tomó el nombre artístico por el que la conocemos: Nina Simone, ¡la nieta musical de Clara!“
Gabriela conjura el espíritu romántico de ambos, entre las ruinas y fantasmas, paisajes lúgubres y luces inciertas de Caspar Friedrich a que se manifiesten en una obra que sigue la orquestación reducida de las sinfonías de Schumann, apenas aumentada por dos percusionistas. Gabriela Ortiz dedica su obra a todas aquellas mujeres que, en su momento, desafiaron a la sociedad en la que se desarrollaron, poniendo de manifiesto su labor artística. Muchos nombres han sido olvidados, borrados, negados.
“Dos notas rápidas serán el leitmotiv que da unidad a toda la obra, una característica es la presencia de melodías de gran lirismo en las cuerdas y al inicio en el oboe. La propia Gabriela escribe: ‘La idea de que la música nos permite acceder a una concepción del tiempo no lineal sino más bien circular, donde el pasado (ellos) y el presente (yo) nos podemos encontrar, conocer y dialogar. Y en esas conversaciones imaginarias de carácter poético y musical comienza a nacer en mí un diario íntimo, lleno de matices, de confesiones y de contradicciones internas que encuentran en la música su propio referente, su propio significado y coherencia interna, expresando todo aquello que no se puede leer ni explicar, sino más bien escuchar. Me gusta pensar que es a través de Clara que Clara Wieck Schumann está aquí, en esta sala de conciertos’…
“La parte central de la obra es ‘Mi respuesta’. Gabriela nos dice en sus notas que invita a la pareja a su mundo, a la música de fuerza rítmica y los colores característicos de su lenguaje, de una vitalidad única que nace de las entrañas de la tierra en la que nacieron Silvestre y ella. Gabriela responde a la pregunta de Clara: ‘A través de la historia la mujer ha tenido que superar importantes obstáculos marcados por las diferencias de género y se ha ido desenvolviendo dentro del arte musical con grandes dificultades. Sin embargo, como es bien sabido, muchas mujeres se han rebelado ante estas evidentes injusticias y han luchado por obtener un reconocimiento y un lugar en la sociedad. Esta pieza representa un reconocimiento a Clara, un homenaje y mi respuesta definitiva y absoluta a su pregunta poniendo de manifiesto su labor artística”.
La obra de Ortiz se divide en cinco partes, que se interpretan sin interrupción: “Clara”, “Robert”, “Mi respuesta”, “El subconsciente de Robert” y “Siempre Clara”.
IGOR STRAVINSKY (1882-1971)
“El Pájaro de Fuego”, suite de 1919
“La Consagración de la Primavera” confirió a Stravinsky la naturaleza de compositor revolucionario, pero fue “El Pájaro de Fuego” la obra que le estableció inicialmente como un compositor de enormes alcances. Una vez más la petición de Serge Diaghilev se convirtió en el encargo que habría de convertirse en una música de importancia trascendente no solo en el ámbito del ballet, también en todo el arte musical de inicios del siglo XX.
Cuando recibió el encargo del genio de los Ballets Rusos de París, en el año de 1909, el músico se encontraba en San Petersburgo trabajando en su ópera “El Ruiseñor”. Stravinsky ya había trabajado para Diaghilev en la orquestación de algunos números para “Las Sílfides”, pero la idea de componer una serie de piezas para un ballet completo le resultó irresistible. Por añadidura, el autor pudo trasladarse a París para presenciar los ensayos generales y la función de estreno, efectuada el 25 de junio de 1910.
“El Pájaro de Fuego” es el resultado de la idea del coreógrafo Michel Fokine para la fusión de dos antiguas leyendas de origen ruso. La primera se relaciona directamente con el ave mágica y la otra con un rey-ogro llamado Khastcheï. La trama, a grandes rasgos, es la siguiente:
El joven príncipe Iván se interna en el bosque del rey-ogro para tratar de capturar un ave mágica, lo que logra rápidamente. En su súplica por ser liberado, el ave accede a entregar algunas de sus plumas mágicas, revela los secretos del Jardín Encantado del rey e indica que, por medio de las plumas, él mismo acudirá en su auxilio en caso de ser necesario. En su incursión, Iván descubre varias doncellas que juegan con unas manzanas de oro y queda irremediablemente prendado de una de ellas, pero las mujeres le hacen saber que se encuentran bajo la dominación de Khastcheï y, por lo mismo, deben regresar al castillo.
Siguiendo a las doncellas, Iván se adentra en los dominios del rey, observa su danza infernal y es hecho prisionero por los guardias. Todo intruso debe ser convertido en estatua de piedra y cuando se encuentra a un paso de sufrir esta pena, Iván recuerda las plumas. Al invocar al ave mágica, ésta aparece y le revela que el secreto de la inmortalidad de Khastcheï reside en un huevo de oro guardado celosamente en un cofre. Iván logra dar con el cofre, destruye el huevo y el rey-ogro muere de inmediato. En el acto, las anteriores víctimas de Khastcheï abandonan su condición de estatuas y vuelven a la vida, desaparecen todos los encantamientos hechos por el mismo gobernante y el príncipe puede ahora tomar a la doncella de que se enamoró.
La partitura para “El Pájaro de Fuego” sacudió sensiblemente toda la estructura de la música europea y, particularmente, la francesa. Hacia la fecha de su estreno, aquella música que ampliaba los horizontes del arte sonoro, que le liberaba de ataduras y prejuicios armónicos y técnicos, tomó por sorpresa a los eclécticos de la época. Pero este fastuoso y deslumbrante colorido orquestal no abandona su parentesco con la tradición del nacionalismo ruso, con algunos toques que muchos relacionan con el espíritu wagneriano. Después del estreno, Stravinsky preparó tres suites de concierto –en los años 1911, 1919 y 1945–, y la que se ejecuta con mayor frecuencia, por tratarse de una síntesis perfecta, es la de 1919.
Jorge Vázquez Pacheco.